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alberto báez munguía

Muchos templos [prehispánicos] cambiaban sus fachadas continuamente: es como si hubiera fachada encima de fachadas que se superponen a fachadas, fachadas sobre fachadas. Robert Smithson, Hotel Palenque.

Para el hombre prehispánico el hecho de esculpir un objeto no es necesariamente para que esté a la vista. Eduardo Matos Moctezuma, Las piedras negadas.

[…] llevaba la línea del horizonte dentro de los ojos. En realidad, la línea del horizonte es un lugar geométrico, porque se desplaza mientras nosotros nos desplazamos. Antonio Tabucchi, La línea del horizonte.

1521 – la ciudad de México-Tenochtitlán casi es destruida. Se entierra la Piedra del sol con la cara principal hacia arriba.

Segunda mitad del siglo XVI – el arzobispo fray Alonso de Montúfar manda a voltear la Piedra del sol. En este momento su cara principal mirará hacia el suelo.

1790 (agosto 13) – en la Plaza de Armas de la Ciudad de México se encuentra y desentierra la escultura monumental de la Coatlicue. Se vuelve a enterrar en el patio de la Real y Pontificia Universidad.

1790 (diciembre 17) – en la otra esquina de la Plaza de Armas se descubre la Piedra del sol casi en el ras del suelo. Meses después, se endosa en el costado poniente de la Catedral.

1792 – Antonio León y Gama publica el libro Descripción histórica y cronológica de las dos piedras que con ocasión del nuevo empedrado que se está formando en la plaza principal de México se hallaron en ella en el año de 1790. Primer estudio de carácter arqueológico de México.

1850 – Désiré Charnay hace la primera panorámica de la ciudad de México, constituida por cinco fotografías unidas de ocho por diez pulgadas. El horizonte de la imagen está torcido.

1885 – se traslada la Piedra del sol a la Galería de los Monolitos del Antiguo Museo Nacional; en su lugar colocan una placa donde se observa el trazo de una línea y se lee lo siguiente: «Línea de referencia en sustitución de la tangente inferior del Calendario Azteca».

1900 – Leopoldo Batres encuentra la escalinata poniente del Templo Mayor y dice que éste se ubica debajo de la Catedral.

1907 – el ingeniero Roberto Gayol, después de construir el Gran Canal del Desagüe y realizar un estudio sobre la cuenca de México, declara que la ciudad se está hundiendo.

1913 – Manuel Gamio publica el artículo Los vestigios prehispánicos de la calle de Santa Teresa (hoy Guatemala) donde señala la ubicación correcta del Templo Mayor.

1978 – se comienza a desenterrar parte de la ciudad prehispánica oculta por más de cuatro siglos.

1990 – se coloca una placa en lugar exacto donde estuvo sepultada la escultura de la Coatlicue, para conmemorar los 200 años de la arqueología mexicana.

1993 (septiembre) – se inician los trabajos de rescate y nivelación de la Catedral Metropolitana. No la nivelan, porque nunca ha estado derecha, sólo retrasan su hundimiento.

La línea del horizonte es una línea ficticia, que se crea donde se unen visualmente la tierra y el cielo, su existencia depende únicamente del emplazamiento de la persona que observa. El horizonte es una frontera visual o un espacio, como dice María Moliner, a que puede extenderse la vista desde cierto punto, en todas direcciones.

El horizonte de México-Tenochtitlán es una ficción. Desde su origen, Tenochtitlán se construía encima de ella misma. Cuando se terminaba una, la siguiente ciudad se hacía encima de la anterior, los arqueólogos llaman a este proceso de negación constante «etapas constructivas». No sorprende, entonces, que esta historia arquitectónica se siga repitiendo bajo los mismos patrones: la ciudad colonial niega a la mesoamericana, pero sin desaparecerla, la decimonónica a la colonial y sobre todas o, mejor dicho, a la misma altura, la moderna […fachadas sobre fachadas]. En la actualidad, sólo podemos ver algunos fragmentos de la ciudad antigua, el mayor es el Huey Teocalli. Sin embargo, sabemos, cabalmente, que debajo de la ciudad actual existe la primitiva.

La ciudad de México-Tenochtitlán (me refiero a la ciudad con pasado y presente mezclados) es una imagen latente, término fotográfico que nombra a la imagen que hace la luz en el negativo antes de ser revelado. La fotografía, a pesar de ser uno de los medios más visuales, nos ha enseñado que no sólo lo que se puede ver, existe. La luz condiciona, paradójicamente, la existencia inasible de la imagen latente, así como el peligro de ésta a dejar de ser. También, la luz condiciona nuestra capacidad para ver, por esta razón nunca podríamos ver una imagen latente. Creo que la luz tendría estos mismos efectos sobre la ciudad oculta.

En La línea del horizonte fotografío la ciudad de Tenochtitlán, la oculta, a través de los efectos que ésta ocasiona en la unión entre el suelo y las paredes, así como en las paredes mismas de los edificios que se han deformado siguiendo el horizonte de la ciudad que no se puede ver. El proyecto inicia en la línea imaginaria donde estuvo colocada la tangente inferior de la Piedra del sol en el costado poniente de la Catedral, allí desplacé el centro y desde ahí tiendo los cuatro rumbos mexicas que coinciden con los puntos cardinales. El proyecto es un paisaje narrado, una panorámica de una ciudad con el horizonte torcido.